Entre tierra y agua, ni aquí ni ahí, en todas partes. El camino de ronda te muestra la Costa Brava desde un lugar privilegiado. Sin darte cuenta, si sigues caminando y levantas la vista ves cómo evoluciona, se transforma y muta el paisaje. Entre pinos, piedras y rocas, con el agua siempre a un salto.

Desde aquí en medio, lo ves todo y eres uno con el paisaje infinito. Si te atreves a desviarte del camino acabas escondiéndote en una cala que no habías visto, y de la que no quieres irte. El calor del sol calienta las rocas y el sonido del agua te susurra solo a ti.